Un manifiesto para que pierdas el miedo a perder.
Sinopsis (extraída del propio libro):
“En la vida pasarás 23 años durmiendo, 20 años trabajando, 6 años comiendo, 5 años esperando, 4 años pensando, 228 días lavándote la cara y los dientes y tendrás 46 horas de felicidad. Esto es lo que Gabriele Romagnoli aprendió encerrado en un ataúd en Corea del Sur al simular su propio funeral. En cualquier momento, en cualquier lugar, los amores se acaban, el dinero se pierde, las condiciones de vida cambian; pero si viajas ligero y pierdes el miedo a perder, nacerán otras pasiones, nuevas fortunas y maneras espléndidas de seguir viviendo. Este libro es para todos aquellos que recorren ese viaje que es la vida y desean añadir algunos minutos más a esas 46 horas de felicidad.”
Viajar Ligero – Gabriele Romagnoli
Mi impresión general sobre el libro:
Pese a que no me gustó el estilo en el que está escrito el libro, creo que vale la pena leerlo. La analogía entre la vida y el viaje es antigua, pero me pareció original la forma en que se lo aborda el autor. Transmite algunas buenas ideas que ayudan a la reflexión personal sobre lo que es importante en la vida y la necesidad de perder para encontrar. Yo extraje algunos buenos razonamientos sobre la pérdida como oportunidad de mejora, que me ayudaron en mi proceso de superación y que creo pueden ayudarte también a tí.
Principales mensajes del libro y/o reflexiones que yo he extraído:
- Metáfora de la vida como maleta o bolsa de viaje.
- Una buena vida, como una buena maleta, debe ser fácil de llevar, con suficiente amplitud para que quepan las cosas importantes, pero ligera y no demasiado grande para que no dificulte tu viaje. Es importante también que esté bien organizada, para que las cosas que necesites estén accesibles cuando las requieras.
- Selecciona lo que de verdad tiene valor en tu vida, igual que cuando haces una maleta. Cuando te vas de viaje no te llevas todo lo que tienes, sino aquello que vas a necesitar. Lo mismo ocurre en la vida: elige qué es importante y no lleves contigo lo que es superfluo. Tenemos tendencia a acumular, y cuantas más cosas tenemos, más espacio y tiempo nos ocupan. La acumulación limita tu capacidad de movimiento y por tanto tu apertura a nuevas oportunidades, nuevas vivencias. Ser selectivo con las cosas que guardas te da libertad.
- A veces hay que perder para encontrar. Todos hemos oído la frase «no se valora lo que se tiene hasta que se pierde» y desgraciadamente es así en muchas ocasiones. Tendemos a considerar seguras las cosas que ya tenemos y perseguimos las que no tenemos. Asumimos que lo que tenemos siempre estará ahí y no lo cuidamos como deberíamos. Esto puede ser aplicable a la salud, a las relaciones, y a muchos otros ámbitos de la vida. Y entonces, cuando lo perdemos, es cuando nos damos cuenta de lo que nos falta y aprendemos a valorarlo. De modo que la pérdida se convierte en una importante lección para la vida. Y gracias a ello aprendes a ser más consciente de lo que es importante y puedes alcanzar una vida más plena que la que tenías antes. Por tanto, en lugar de lamentarte por lo que has perdido, considera la pérdida como una lección que la vida te ha dado. En ocasiones el precio pagado por esa lección es muy alto, pero no te castigues más por ello porque sólo incrementas el coste: perdónate y sigue adelante. Con el tiempo verás que obtienes cosas buenas de ese suceso.
- Recuerda no recordar. La memoria tiene un comportamiento curioso: tendemos a recordar más las cosas negativas que las positivas. Es un hecho probado y además, evolutivamente tiene sentido: cuando vivíamos en la naturaleza, recordar un peligro podía salvarte la vida en el futuro, mientras que recordar un momento feliz difícilmente lo hará. Otra característica de la memoria es que tus recuerdos pueden cambiar en función de tus sentimientos: por ejemplo, recordar momentos felices de tu vida pasados junto a una persona a la que has perdido puede hacerte recordarlos con tristeza y convertir recuerdos felices en tristes. Estos dos hechos unidos hace que recordar el pasado sea con frecuencia motivo de tristeza; razón por la cual es necesario centrar tu atención en el presente. Cuando vivas momentos felices, presta atención a ellos; disfrútalos. Y el pasado déjalo atrás; ya no forma parte de tu vida, sino de tu historia.
- La posesión no te hará feliz. Numerosos estudios demuestran que la esperanza de conseguir algo nos produce más placer que la posesión en sí. A partir del momento en el que alcanzamos lo que perseguíamos el placer desciende en picado. Ningún objeto, por ilusión que te haga conseguirlo, te hará feliz cuando lo poseas. Es más, muchas veces el miedo a perder algo valioso nos hace infelices o vivir preocupados. De modo que, como dice el refrán: «no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita». Se nos dice que debemos valorar lo que tenemos, y es cierto, pero sobre todo no ambicionar demasiado lo que no tenemos. No sacrifiques tu bienestar actual por alcanzar un objeto en el futuro, porque ningún objeto te dará una felicidad duradera.
- Suelta lastre. Del mismo modo que cargar con una maleta demasiado pesada puede hacer que no disfrutes del viaje, en la vida demasiadas cargas te impiden ser feliz. Tienes que aprender a desprenderte de cosas para viajar más ligero, disfrutando del camino y no sólo del destino.
Nota: Si éste libro despierta tu interés y deseas comprarlo para leerlo, te recomiendo que lo encargues en la librería de tu barrio o tu ciudad en lugar de comprarlo en plataformas on-line. Así contribuirás a mantener el pequeño comercio local que enriquece tu comunidad, en lugar de contribuir al enriquecimiento de grandes multinacionales.