El sábado 9 de enero de 2021 fue un día histórico en Madrid por la caída de una nevada que la mayoría de nosotros no recordaba haber vivido nunca. Ese fin de semana yo tenía pensado aprovechar que fuera haría frío para quedarme en casa y escribir varios artículos. Sin embargo, en la noche del viernes un pensamiento cruzó mi cabeza y cambió mis planes: «los artículos los podrás escribir otro día, pero probablemente una nevada como la que está cayendo no volverás a verla en tu vida».
Así, en la mañana del sábado, me levanté pronto, me equipé como si fuera a subir a la montaña, y salí de casa para pasar el día recorriendo el centro de Madrid. El objetivo era simplemente disfrutar del paseo y de la contemplación de las maravillosas estampas que la nieve formaba. Caminar sobre la nieve en la montaña es una sensación que me encanta, pero poder hacerlo en el centro de la ciudad fue una experiencia única y alucinante. Además, tuve la ocasión de sacar con mi móvil unas fotos preciosas que guardaré para siempre en recuerdo de ese día tan especial y que comparto con vosotros aquí.


















Aparte de una experiencia maravillosa, fue toda una lección; un recordatorio de algo que todos sabemos pero a veces olvidamos… ¡Hay que vivir el momento! porque si no lo vives, pasa y no vuelve…
Por supuesto no todo es disfrutar del presente, pero a veces simplemente hay que relajarse y disfrutar.
Además, ésta nevada nos sirve para recordar otra lección muy importante: toda situación que vivas, buena o mala, es temporal.
Nada dura para siempre
Cuando estaba disfrutando del paseo por el centro estaba emocionado por la sensación de estar viviendo algo histórico; algo que nunca había vivido antes y probablemente nunca volveré a vivir. Trataba de grabar en mi memoria cada imagen, cada sensación…
El haber madrugado me dio el privilegio de contemplar y pisar nieve virgen. Sabía que la belleza de lo que estaba contemplando decaería con el paso de las horas. A medida que la gente y los coches fueran pisándolo todo, ya no sería igual.
Pero, en mi afán por disfrutar del bello momento, no imaginaba en ese momento hasta qué punto y con qué velocidad se puede pasar del lado bueno al lado «no tan bueno» de las cosas…
Cuando por la tarde volvía a mi casa empecé a percatarme de los «otros efectos» de la nevada. Ver decenas de árboles caídos, coches golpeados y destrozos por doquier me hizo darme cuenta del «lado oscuro». Además, empecé a pensar en que el bloqueo provocado por la nieve llevaría tiempo removerlo y costaría millones de euros a la ya fragilizada economía nacional.
Así, con el paso de los días la sensación de euforia generalizada del sábado dio paso a una lectura un poco más negativa de la nevada y sus consecuencias. Lo bueno duró poco. Pero precisamente por eso fue tan bueno vivirlo y disfrutarlo.
Los malos momentos nos ayudan a disfrutar más los buenos, pero ni unos ni otros duran para siempre. Así, la nieve se irá deshaciendo y seguro que en unas semanas no será más que un recuerdo.
El mal y el bien son dos caras de la misma moneda.
En pocos meses volverá la primavera, y con ella los árboles que han sobrevivido rebrotarán aún más fuertes gracias a la poda que han sufrido y a la cantidad de agua que la nieve va a ir filtrando a la tierra. El daño se tornará de nuevo en bien, porque el bien y el mal son a veces dos caras de la misma moneda.
Lo importante es que, nos vaya mal o bien; pasemos un buen o un mal momento; seamos conscientes de que esa situación no durará para siempre. Además lo que hoy nos hace sufrir puede darnos la fuerza para mejorar y ser la base de nuestra felicidad futura.
Si vives un buen momento, aprovéchalo: disfrútalo y agradécelo, pero se consciente de que llegarán malos momentos. Y si vives un mal momento, aguanta y aprovéchalo para hacer cambios: los malos momentos tampoco duran para siempre. Volverá la primavera a tu vida y haber pasado malos momentos ayudará a que disfrutes más cuando lleguen los buenos.
Vive el momento con intensidad y con consciencia, porque el momento que vives ahora no volverá.
«Lo único que podemos decidir es qué hacer con el tiempo que se nos ha dado.»
Gandalf el Gris en «El Señor de los Anillos»